Los aceites naturales son una alternativa sencilla y eficaz para disfrutar de las propiedades de las plantas medicinales y aromáticas. A través de las oleolitas podemos mantener sus propiedades mediante un proceso de maceración.
El aceite de romero se ha utilizado durante siglos por sus propiedades curativas. Su capacidad para estimular la circulación sanguínea y el crecimiento del cabello hace de este aceite un excelente remedio para tratar la caída del cabello.
Además, sus propiedades antisépticas y antibacterianas lo convierten en un excelente remedio para la caspa y la dermatitis seborreica.
Es muy eficaz para aliviar dolores musculares, articulares y problemas circulatorios como varices y piernas cansadas. Simplemente aplícalo directamente sobre la zona afectada y masajea.
El aceite de romero también se puede utilizar como descongestionante respiratorio, para tratar resfriados, gripe y otras enfermedades respiratorias. Diluido puede utilizarse para combatir el mal aliento, el dolor de estómago y las flatulencias.
Para preparar el aceite de romero necesitas: un poco de romero fresco, un aceite portador (almendras, oliva o girasol), un frasco de vidrio con cierre hermético, un frasco de vidrio opaco.
Desinfecta el tarro de cristal con alcohol, luego lava bien la planta retirando las partes en mal estado y secándola bien una vez terminada.
Vierte todo el romero en el frasco y luego vierte el aceite portador hasta que esté lleno. Cerrar, agitar y conservar en un lugar fresco y oscuro durante 40 días. Agitar todos los días.
Pasado el tiempo preestablecido, filtra el aceite y vierte en un frasco de vidrio opaco, para que conserve mejor sus propiedades.