Utilizada en medicina y cosmética por sus múltiples propiedades, la oleolita de lavanda es un producto rico en nutrientes y ofrece innumerables beneficios.
Puede usarse para masajes, para aromatizar habitaciones o aplicarse directamente sobre la piel: la oleolita de lavanda es versátil y se puede preparar en casa siguiendo la receta que detallamos a continuación.
La lavanda es muy rica en propiedades terapéuticas y en la antigüedad se consideraba una auténtica panacea.
Esta planta no es irritante y tiene propiedades calmantes y relajantes. Si se utiliza para masajes, ayuda a aliviar los dolores musculares y estimular el sueño.
Utiliza un atomizador con difusor para difundir el aroma del oleolito en el dormitorio: ayudará a combatir la ansiedad y la irritabilidad.
La oleolita de lavanda tiene propiedades antisépticas, antibacterianas y cicatrizantes. Basta con aplicar unas gotas para sentir alivio en caso de cortes, heridas y picaduras de insectos.
También se puede utilizar en la cocina, para aliñar ensaladas u otros platos. La oleolita de lavanda estimula la actividad hepática y la producción de bilis, previniendo la gastritis y la acidez de estómago.
Se pueden utilizar tanto flores frescas como secas para preparar la oleolita. Necesitas 200 ml de aceite de almendras dulces (o aceite de oliva si lo usas como aderezo) y unos 10 gramos de flores secas de lavanda (o 20 gramos de flores frescas).
Separa las flores de los tallos, luego licúalas o tritúralas para facilitar la liberación del aceite esencial. Vierte las flores en un frasco de vidrio y cúbrelas con aceite vegetal.
Cierra el frasco sin apretar (para que el aceite respire) y déjalo reposar al sol durante 50 días. Filtra el aceite de lavanda a través de un colador antes de usarlo.