En general, una planta es más resistente a la sequía que al exceso de riego. Uno de los errores más frecuentes de quien se inicia en el cultivo de su propio huerto o huerta es ahogar las plantas por miedo a no regarlas lo suficiente.

Por este motivo, antes de regar, es necesario clavar un dedo en la tierra, para asegurarnos de que esté realmente seca. Sin embargo, el calor excesivo del verano, o el olvido de regarla, son situaciones habituales que pueden provocar que la planta se seque.

En algunos casos, no hay nada que puedas hacer. Pero muchas veces todavía hay tiempo para revivirlos con este sencillo método.

  1. Primero, tendrás que romper un poco la tierra con una pala o una cuchara, haciendo agujeros lo suficientemente grandes para que se filtre el agua. Tenga cuidado de no dañar las raíces.
  2. Una vez hecho esto, sumerge el sustrato en agua tibia. Para ello, saca la planta de la maceta, con el bloque de tierra, y colócala en un balde. Déjalo ahí hasta que la tierra para macetas esté completamente mojada. El agua debe estar tibia, porque penetrará mejor.
  3. Cuando ya no pueda absorber agua, ponerla en un plato para que escurra.
  4. Rocíe las hojas con agua.

Ahora sólo queda esperar. Obsérvalo todos los días, si la tierra permanece húmeda, pero las hojas no están hidratadas, significa que ya es demasiado tarde y la planta no se puede salvar.

Sin embargo, si los tallos vuelven a su grosor original y algunas hojas vuelven a ponerse verdes, la planta se está recuperando. En este caso, corte todas las partes secas.