Podar el olivo es una tarea crítica pero indispensable para garantizar una cosecha abundante.

El olivo, simbolizando la paz y el renacimiento, prospera en nuestro Mediterráneo clima y produce el precioso oro verde conocido como aceite de oliva virgen extra. Como orgullosos productores de este exquisito producto, entendiendo los matices del cuidado del olivo, particularmente poda es crucial. Vamos a profundizar en las técnicas esenciales para una cosecha exitosa de olivos.

Olivo

Olivo, con su nombre científico Olea europaea, pertenece a la familia Oleaceae y es originaria de Asia Menor, extendiéndose posteriormente por toda la región mediterránea. Un árbol de hoja perenne de crecimiento lento, comienza a fructificar después de 3-4 años y alcanza su punto máximo después de 9-10 años, con una notable vida útil de más de mil años en condiciones ideales.

Las hojas lanceoladas, de color blanco plateado en el lado inferior y verde oscuro en la parte superior, complementan la pequeñas flores blancas que florecen a finales de primavera.

Poda

Una operación clave en el olivo cultivo desempeña un papel fundamental para garantizar el bienestar de las plantas. El momento de poda varía según el clima y la región geográfica, pero una guía general sugiere la poda seca entre Febrero y Abril. En las regiones más cálidas, esto se puede hacer antes, mientras que en el norte de Italia, esperando hasta Abril o Mayo es aconsejable evitar exponer el olivo a posibles enfermedades durante condiciones climáticas desfavorables.

Una segunda poda

Conocido como poda verde, se puede realizar en el verano para eliminar ramas muertas o enfermas y controlar la salud general del árbol. Es crucial evitar la poda temprana en noviembre y diciembre para evitar la interrupción del árbol durante su fase de reposo.

Las herramientas limpias y bien mantenidas son imprescindibles para la poda, minimizando el riesgo de enfermedades. Se debe tener cuidado de no dañar la corteza protectora. Las técnicas de poda varían según la edad del olivo.

Durante los primeros años después de la siembra, la poda reproductiva ayuda a dar forma al olivo. Esto implica cortar el tallo a unos 60/70 cm del suelo y seleccionar tres o cuatro ramas principales mientras se eliminan las más débiles. En los años siguientes, la poda de cría se centra en mantener la forma elegida y eliminar los retoños y las ramas verticales.

Alrededor del cuarto año, cuando el olivo comienza a dar frutos, la poda de producción se vuelve crucial. Esta poda de finales de invierno o primavera tiene como objetivo maximizar la fecundidad al garantizar un crecimiento exuberante y mantener un equilibrio adecuado. Las ramas que se cruzan entre sí o permanecen perpetuamente a la sombra se eliminan para mejorar la luz solar y la circulación del aire dentro del follaje.