¿Alguna vez has experimentado comprar una hermosa planta, llevarla a casa y notar que sus hojas se vuelven gradualmente amarillas? En casos severos, somos testigos de la lenta desaparición de la planta, sintiéndonos impotentes.
El amarillamiento de las hojas tiene un nombre: clorosis. Ocurre cuando la hoja carece de clorofila, el nutriente responsable, entre otras cosas, del color de las plantas.
Antes de entrar en pánico, renunciar y descartar la planta, trate de identificar la causa del amarilleo de la hoja y aplique uno de los siguientes métodos para devolverla a la vida.
Riego Inadecuado
Si casi todas las hojas de su planta se han vuelto intensa y uniformemente amarillas, es posible que se exceda con el agua.
La cantidad de agua para irrigar la planta depende de su tipo. Es crucial averiguar cuánta agua necesita la planta, teniendo en cuenta el clima y la temperatura.
Si ha regado la planta correctamente, pero las hojas aún se están volviendo amarillas, toque el suelo. Si todavía está húmedo, significa que no está drenando correctamente.
Problemas de iluminación
Para que ocurra la fotosíntesis, las plantas necesitan luz. Si una especie requiere luz y recibe muy poco, las hojas se volverán de color amarillo pálido, casi blanco.
Por el contrario, la luz excesiva es un problema para las plantas que necesitan un lugar más sombreado. La cantidad de luz depende del tipo de planta. Es esencial investigar cuánta luz necesita en función de la especie.
Deficiencia de hierro
Si el suelo en el que se cultiva la planta tiene un pH incompatible con las necesidades de las plantas, puede estar absorbiendo hierro insuficiente. En este caso, la hoja se volverá amarilla, pero sus venas permanecerán verdes.
En esta situación, es necesario equilibrar el suelo de las plantas. Puede agregar polvo de hierro o usar un fertilizante específico para plantas que requieren tierra con un pH más ácido.
Deficiencia de Nitrógeno u Otros Nutrientes
El nitrógeno, el fósforo y el potasio son los principales nutrientes absorbidos por las plantas. El nitrógeno mejora el color verde de las hojas y contribuye al crecimiento de las plantas. El fósforo y el potasio actúan directamente sobre las raíces y la floración.
Si el problema es una deficiencia de nitrógeno, aplique un fertilizante rico en este nutriente.
Recuerde adaptar su enfoque a las necesidades específicas de su planta, y aumentará las posibilidades de restaurar su vitalidad.