Las orquídeas hoy en día se encuentran entre las flores más hermosas que colorean y embellecen nuestros hogares. Con el tiempo se han ido acostumbrando a diferentes climas y ambientes y así consiguen vivir bien incluso en casa.
Es una flor fuerte, que rara vez enferma, pero como todo ser natural necesita un hábitat que le sea afín, de lo contrario seguir viviendo sanamente no será fácil.
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Hoy estamos acostumbrados a ver orquídeas en sus macetas transparentes para darle oportunidad a las raíces de refrescarse, especialmente a las aéreas que absorben la humedad del aire y extraen sustento.
Sin embargo, la planta no siempre es capaz de vivir bien en casa: las flores comienzan a caer , las hojas se vuelven amarillas. Estas son las primeras señales de que algo anda mal. Te explicamos cómo cuidarlo de una forma fácil pero eficaz.
Orquídea con hojas amarillas y flores cayendo, como actuar.
Si tu orquídea empieza a no verse bien, es señal de que la planta necesita ayuda . Estas son las primeras señales de alerta que indican que la planta está sufriendo. ¿Qué se debe hacer y cuáles son las causas de todo esto? Te lo explicamos todo.
Las causas
Si la orquídea tiene hojas amarillas y flores caídas, el exceso de fertilizante puede ser una de las causas subyacentes de la enfermedad. Esta planta, de hecho, no es amante de los fertilizantes y exagerar con las porciones podría provocar que se debilite.
Luego están las condiciones de luz y temperatura . En invierno ciertamente hay menos luz que en verano y no siempre hay un ambiente cálido y homogéneo en la casa. Por eso la orquídea puede resultar incómoda.
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Al sufrir el frío las hojas pueden volverse amarillas, de igual manera exponerla demasiado a la luz solar puede provocar el mismo malestar. E incluso muy poca o demasiada agua provoca molestias en la planta, hasta la pudrición de las raíces.
como intervenir
Si las raíces están podridas, córtalas y trasplanta la planta. Para evitar todo esto, después de regar la orquídea debes tener cuidado de escurrir todo el exceso de agua para no dejar las raíces empapadas. Sólo entonces podrás insertar la planta en la maceta.
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Sin embargo, las hojas amarillas no siempre son sinónimo de un cuidado inadecuado. También pueden ser signo de un proceso de envejecimiento y por tanto de algo completamente natural. Normalmente esto ocurre en las hojas inferiores y exteriores que poco a poco caen dando paso a las más jóvenes y verdes.
En este caso no hay de qué preocuparse. El verdadero problema, sin embargo, es el color amarillento de las hojas jóvenes y de la superficie. Si es así, es hora de actuar.