Esta es una técnica llamada mulching: se recicla la piel de la cebolla para proteger las plantas durante el invierno. En casa disponemos de muchos materiales que pueden venir en nuestra ayuda en las situaciones más dispares. Para reducir el desperdicio y que muchos ingredientes no acaben en la basura, podemos reciclarlos y utilizarlos de forma inteligente. En este caso estamos ante las cáscaras de cebolla, que siempre tiramos al cubo. Una pena porque pueden venirnos muy bien para proteger nuestras plántulas durante los meses de invierno.
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En agricultura se llama mulching, y consiste en proteger las plantas del jardín de las heladas invernales o del calor estival cubriendo el suelo con diferentes materiales. Las sábanas se utilizan para mantener la humedad y proteger del frío, pero también para proteger del calor traicionero de los veranos abrasadores o de las lluvias furiosas. Existen diversos materiales utilizados por los agricultores, pero los más utilizados en las viviendas, sin embargo, son los fabricados con materiales orgánicos . Si tienes huerto, o plantas en la terraza, puedes reutilizar cáscaras de cebolla para implementar este abono casero.
¿En qué consiste el mantillo casero elaborado con cáscaras de cebolla?
Durante el invierno es importante proteger las plantas, de lo contrario mueren al no poder soportar las temperaturas más frías. Existen varias técnicas para proteger la vegetación y tener flores exuberantes en primavera. Pero en este caso necesitamos cáscaras de cebolla , que puedes reciclar para proteger la tierra de las heladas invernales. Las cáscaras prácticamente se reciclan para actuar como una manta, manteniendo la tierra caliente, protegiendo las raíces del frío y los cambios de temperatura. El material orgánico es por tanto funcional para nuestra explotación, de hecho, es muy ventajoso para la protección de las plántulas.
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En lugar de telas podemos utilizar restos de comida para nuestro propósito. También quedan bien las hojas secas, compactarlas y colocarlas formando una capa sobre el suelo. O bien, apile las cáscaras de cebolla y luego extiéndalas de forma compacta sobre la tierra a modo de velo. Las cáscaras son secas, ligeras y capaces de mantener el suelo a la temperatura adecuada. Además, al ser naturales, se descomponen aportando propiedades fertilizantes al suelo a través de sus vitaminas. Entre otras cosas, al tener un olor acre, típico de la cebolla, mantienen alejados a los insectos y parásitos. Un excelente material para proteger las plantas.